El pasado 24 de
junio, residentes y visitantes de toda la amazonia peruana, celebraron en un
marco de algarabía general, como una expresión de hermandad, unión y amistad, la
fiesta de San Juan.
Es tradicional que
los pobladores amazónicos en ésta fecha, todos los años, se reúnan con
familiares y amigos en las riberas de ríos, quebradas, lagos, lagunas u otras
fuentes de agua, para, en un ambiente de fraternidad sin igual, jugar, cantar, bailar
y degustar los sabrosos “juanes”, conmemorando a San Juan Bautista; quien, según
cuenta la leyenda, fue elegido por el propio Dios en la tribu de los Jeberos (Loreto,
Perú) como Patrón de la Amazonía.
Mas allá de la
leyenda, remontándonos en el pasado en procura de encontrar y seguir la huella
del origen de esta afamada fiesta amazónica, encontramos que fue instaurada por
los conquistadores españoles que llegaron imbuidos del espíritu de los Reyes
Católicos, fomentando la festividad de la Natividad o nacimiento de San Juan Bautista el 24
de junio.
Al respecto y accediendo
al Calendario del año 961 que refiere como advocaciones litúrgicas para el 24
de junio: “Cuando Josué detuvo el sol; fiesta de la natividad de Juan, Hijo de
Zacarías”, es evidente que por entonces y en dicha fecha, en España se
conmemoraba la hazaña solar de Josué, sucesor de Moisés en la conducción del
pueblo hebreo, junto con el nacimiento de San Juan Bautista.
Al conmemorar este
hecho portentoso casi inmediatamente después del día más corto y la noche más larga
del año en el hemisferio sur donde está el Perú, es evidente, igualmente, que la
fiesta de San Juan el 24 de junio de cada año se celebra junto con la hazaña
solar de Josué, asociada al fenómeno cósmico estacional anual conocido como “solsticio de invierno” en nuestro hemisferio;
es decir, el momento que la posición del Sol
en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador
celeste. Dependiendo de la correspondencia con el calendario, el “solsticio de invierno” tiene lugar entre el
20 y el 23 de junio de cada año en el hemisferio sur.
Retomando
el seguimiento de la huella del origen de la fiesta de San Juan en la amazonia
peruana, es preciso indicar que en tiempos de la conquista española alcanzaba
su máximo esplendor el Gran Imperio de los Incas o Tahuantinsuyo, cuya fiesta
más importante era el Inti Raymi o Fiesta del Sol; la cual, de acuerdo
a la tradición y transmisión oral andina, se solía celebrar el 24 de junio de cada
año cuando el Sol alcanza su máxima distancia en su alejamiento de la línea
ecuatorial, es decir, el “solsticio de invierno”
en el hemisferio sur.
El Inti Raymi o Fiesta del Sol, era la fiesta en la que
se pedía al Padre Sol no se alejara extremadamente de nuestro planeta y más
bien permitiera la germinación y maduración de los frutos que nacen de la
Pachamama nuestra Madre Tierra. Tal era su magnificencia, que los
conquistadores españoles para suplantarla conforme a sus creencias religiosas,
utilizaron la fiesta de San Juan que en España se celebraba con gran esplendor
material y espiritual, el 24 de junio de todos los años.
Para lograr su
propósito, introdujeron las danzas y formas musicales que se bailaban en esa
fiesta en la región de Imbabura (España), a los que denominaron “sanjuanitos”, con
el fin de demostrar que eran ritmos dedicados a la fiesta de San Juan. Lograron
introducir su fiesta religiosa, más no desterrar el Inti Raymi que hasta ahora
sigue siendo la fiesta más importante del Cuzco, capital del Tahuantinsuyo.
En la región de los
“antis” (Antisuyo) o región amazónica del Imperio Incaico, al no existir fiesta
similar al Inti Raymi, los conquistadores españoles encontraron condiciones
favorables para hacer de la fiesta de San Juan la celebración más importante de
su calendario festivo, similar a la que se celebraba en España.
Al respecto, según la
crónica de 1464 del condestable Lucas de Iranzo, la fiesta de San Juan se
celebraba en Jaén (España), con actos que se repetían cada año al llegar la
misma fecha, incluidos juegos y escaramuzas entre moros y cristianos, hasta
convertirse en tradición.
Dice Lucas de Iranzo,
que “después
de oír misa y comulgar al amanecer, salía hacia el río junto con otros
caballeros con vestiduras moriscas, mientras el resto de caballeros de Jaén al
mando del Alguacil Mayor abandonaban la ciudad fingiendo ser cristianos y
trataban una hermosa escaramuza, arremetiéndose y huyendo alternativamente,
hasta llegar al mercado del arrabal donde se acumulaban muchos haces de cañas y
las jugaban “a la manera de la tierra”. El ejercicio despertaba al apetito y
para calmarlo se ofrecía un gran festín a base de alimentos fríos, vinos finos,
frutas y pan. Después de yantar los caballeros, invitaban a todos los
asistentes…” (Anónimo 1940:
18; y cap. XV).
Revisando las
costumbres de los pobladores amazónicos en la fiesta de San Juan, observamos
similitudes con la de su homónima española en la actitud de abandonar la ciudad
para dirigirse a las riberas de los ríos u otras fuentes de agua natural, en la
práctica de deportes competitivos, y en el festín a base de “juanes” (alimento frío) que comparten
con familiares y amigos.
Referente a los
“juanes”, en cuya presentación se adoptó la forma que los pobladores amazónicos
utilizaban para llevar su “fiambre” o comida fría para alimentarse en sus
largas jornadas de caza y/o pesca, su contenido se prepara con gallina, debido
probablemente a la leyenda ibérica: “en la fiesta de San Juan las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su
áureo plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso a que les echen el guante”.
También, en lo relativo a su
contenido de aceitunas, es posible sea en recuerdo de “el
milagro de las aceitunas” que ocurre en Granada el día de la
fiesta de San Juan: “Florece el olivo del cerro que domina el Albaicin y durante todo el
día nacen y crecen sin cesar las olivas que son tomadas por los pobladores para
sus remedios y la obtención de grandes beneficios”.
En definitiva, y
visto que la celebración de la fiesta de San Juan tiene sus raíces o está
asociada al fenómeno cósmico estacional anual conocido como “solsticio de invierno”, se puede
afirmar que la fiesta de San Juan que celebramos cada 24 de junio en nuestra
amazonia, es en esencia la celebración popular de una fiesta religiosa - cósmica
- trascendental, fusión de lo foráneo y lo nativo.
Por tanto, no es
simple costumbre que los pobladores amazónicos en éste día se liberen de rencores, miedos, culpas,
complejos, dolores, etc., arrojándolos al fuego purificador representado por el
Sol, y que, tras el contacto con el “agua viva”, se nutran con el alimento que
recordándoles a San Juan Bautista y su misión en la tierra, de lugar a que, renovados
física y espiritualmente, se brinden con amor a su familia y amigos bajo el
influjo de la energía proveniente de la fuente de la creación.
Tarapoto, junio de 2014
Autor: Alberto Azáldegui Cruz