jueves, 26 de junio de 2014

TRAS LA HUELLA DE LA FIESTA DE SAN JUAN EN LA AMAZONIA PERUANA


El pasado 24 de junio, residentes y visitantes de toda la amazonia peruana, celebraron en un marco de algarabía general, como una expresión de hermandad, unión y amistad, la fiesta de San Juan.

Es tradicional que los pobladores amazónicos en ésta fecha, todos los años, se reúnan con familiares y amigos en las riberas de ríos, quebradas, lagos, lagunas u otras fuentes de agua, para, en un ambiente de fraternidad sin igual, jugar, cantar, bailar y degustar los sabrosos “juanes”, conmemorando a San Juan Bautista; quien, según cuenta la leyenda, fue elegido por el propio Dios en la tribu de los Jeberos (Loreto, Perú) como Patrón de la Amazonía.

Mas allá de la leyenda, remontándonos en el pasado en procura de encontrar y seguir la huella del origen de esta afamada fiesta amazónica, encontramos que fue instaurada por los conquistadores españoles que llegaron imbuidos del espíritu de los Reyes Católicos, fomentando la festividad de la Natividad o nacimiento de San Juan Bautista el 24 de junio.

Al respecto y accediendo al Calendario del año 961 que refiere como advocaciones litúrgicas para el 24 de junio: “Cuando Josué detuvo el sol; fiesta de la natividad de Juan, Hijo de Zacarías”, es evidente que por entonces y en dicha fecha, en España se conmemoraba la hazaña solar de Josué, sucesor de Moisés en la conducción del pueblo hebreo, junto con el nacimiento de San Juan Bautista.

Al conmemorar este hecho portentoso casi inmediatamente después del día más corto y la noche más larga del año en el hemisferio sur donde está el Perú, es evidente, igualmente, que la fiesta de San Juan el 24 de junio de cada año se celebra junto con la hazaña solar de Josué, asociada al fenómeno cósmico estacional anual conocido como “solsticio de invierno” en nuestro hemisferio; es decir, el momento que la posición del Sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste. Dependiendo de la correspondencia con el calendario, el solsticio de invierno” tiene lugar entre el 20 y el 23 de junio de cada año en el hemisferio sur.

Retomando el seguimiento de la huella del origen de la fiesta de San Juan en la amazonia peruana, es preciso indicar que en tiempos de la conquista española alcanzaba su máximo esplendor el Gran Imperio de los Incas o Tahuantinsuyo, cuya fiesta más importante era el Inti Raymi o Fiesta del Sol; la cual, de acuerdo a la tradición y transmisión oral andina, se solía celebrar el 24 de junio de cada año cuando el Sol alcanza su máxima distancia en su alejamiento de la línea ecuatorial, es decir, el “solsticio de invierno” en el hemisferio sur.

El Inti Raymi o Fiesta del Sol, era la fiesta en la que se pedía al Padre Sol no se alejara extremadamente de nuestro planeta y más bien permitiera la germinación y maduración de los frutos que nacen de la Pachamama nuestra Madre Tierra. Tal era su magnificencia, que los conquistadores españoles para suplantarla conforme a sus creencias religiosas, utilizaron la fiesta de San Juan que en España se celebraba con gran esplendor material y espiritual, el 24 de junio de todos los años.

Para lograr su propósito, introdujeron las danzas y formas musicales que se bailaban en esa fiesta en la región de Imbabura (España), a los que denominaron “sanjuanitos”, con el fin de demostrar que eran ritmos dedicados a la fiesta de San Juan. Lograron introducir su fiesta religiosa, más no desterrar el Inti Raymi que hasta ahora sigue siendo la fiesta más importante del Cuzco, capital del Tahuantinsuyo.

En la región de los “antis” (Antisuyo) o región amazónica del Imperio Incaico, al no existir fiesta similar al Inti Raymi, los conquistadores españoles encontraron condiciones favorables para hacer de la fiesta de San Juan la celebración más importante de su calendario festivo, similar a la que se celebraba en España.

Al respecto, según la crónica de 1464 del condestable Lucas de Iranzo, la fiesta de San Juan se celebraba en Jaén (España), con actos que se repetían cada año al llegar la misma fecha, incluidos juegos y escaramuzas entre moros y cristianos, hasta convertirse en tradición.

Dice Lucas de Iranzo, que “después de oír misa y comulgar al amanecer, salía hacia el río junto con otros caballeros con vestiduras moriscas, mientras el resto de caballeros de Jaén al mando del Alguacil Mayor abandonaban la ciudad fingiendo ser cristianos y trataban una hermosa escaramuza, arremetiéndose y huyendo alternativamente, hasta llegar al mercado del arrabal donde se acumulaban muchos haces de cañas y las jugaban “a la manera de la tierra”. El ejercicio despertaba al apetito y para calmarlo se ofrecía un gran festín a base de alimentos fríos, vinos finos, frutas y pan. Después de yantar los caballeros, invitaban a todos los asistentes…” (Anónimo 1940: 18; y cap. XV).

Revisando las costumbres de los pobladores amazónicos en la fiesta de San Juan, observamos similitudes con la de su homónima española en la actitud de abandonar la ciudad para dirigirse a las riberas de los ríos u otras fuentes de agua natural, en la práctica de deportes competitivos, y en el festín a base de “juanes” (alimento frío) que comparten con familiares y amigos.

Referente a los “juanes”, en cuya presentación se adoptó la forma que los pobladores amazónicos utilizaban para llevar su “fiambre” o comida fría para alimentarse en sus largas jornadas de caza y/o pesca, su contenido se prepara con gallina, debido probablemente a la leyenda ibérica: “en la fiesta de San Juan las gallinas y los polluelos de oro, haciendo ostentación de su áureo plumaje, tientan a algún que otro incauto codicioso a que les echen el guante.

También, en lo relativo a su contenido de aceitunas, es posible sea en recuerdo de “el milagro de las aceitunas” que ocurre en Granada el día de la fiesta de San Juan: “Florece el olivo del cerro que domina el Albaicin y durante todo el día nacen y crecen sin cesar las olivas que son tomadas por los pobladores para sus remedios y la obtención de grandes beneficios”.

En definitiva, y visto que la celebración de la fiesta de San Juan tiene sus raíces o está asociada al fenómeno cósmico estacional anual conocido como “solsticio de invierno”, se puede afirmar que la fiesta de San Juan que celebramos cada 24 de junio en nuestra amazonia, es en esencia la celebración popular de una fiesta religiosa - cósmica - trascendental, fusión de lo foráneo y lo nativo.

Por tanto, no es simple costumbre que los pobladores amazónicos en éste día se liberen de rencores, miedos, culpas, complejos, dolores, etc., arrojándolos al fuego purificador representado por el Sol, y que, tras el contacto con el “agua viva”, se nutran con el alimento que recordándoles a San Juan Bautista y su misión en la tierra, de lugar a que, renovados física y espiritualmente, se brinden con amor a su familia y amigos bajo el influjo de la energía proveniente de la fuente de la creación.

 

 

 

Tarapoto, junio de 2014

Autor: Alberto Azáldegui Cruz